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Autocontrol, una de las claves para la felicidad, por Walter Mischel con su experimento del malvavisco («The marshmallow test»)
1960, un investigador llamado Walter Mischel tiene la ocurrencia de poner un malvavisco delante de niños de 4-6 años con la promesa de que si esperan un poco sin comérselo les dará un segundo malvavisco después (conocido como el experimento del malvavisco («The marshmallow test»). Walter buscaba observar la edad a la que se adquiere la capacidad de gratificación retardada, como forma de observar la capacidad de autocontrol, pero además se encontró con una gran sorpresa que ha iluminado el campo de la inteligencia emocional.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-ser-feliz-cuestion-voluntad/529636/
En 1960 el paradigma imperante en la psicología era el conductismo, que de forma muy resumida concebía a la persona como un organismo que actuaba de una forma predecible respondiendo a un estímulo concreto.
Walter Mischel quería ver cuándo, a qué edad, adquirían los niños la capacidad de esperar un tiempo para adquirir un retorno, y se le ocurrió plantar una golosina ante cada niño con la promesa de darle una segunda si esperaba sin comer la primera durante 15 minutos. Curiosamente, un tercio de los niños era capaz de esperar, mientras que el resto se comía la golosina habiendo transcurrido diferentes cantidades de tiempo desde el inicio de la prueba. El experimento se realizó con aproximadamente 600 niños, y dio como fruto la conclusión de que la edad era un factor determinante en el desarrollo de la espera para la gratificación retardada.
El verdadero hallazgo ocurrió cuando casualmente a los años, hablando con su hija sobre los compañeros que habían realizado el test, Walter intuyó un patrón claro y predecible. Los niños que habían tenido una baja capacidad de espera en la prueba del malvavisco tenían en 1988 y 1990 menores niveles de éxito escolar, y los que más habían sabido esperar tenían mejores calificaciones. Más adelante, con los mismos sujetos, se observaron correlaciones con niveles de autoestima, capacidad relacional, y efectivamente felicidad.
Una de las observaciones que ha dejado esta línea de investigación es que los niños que confían solamente en su fuerza de voluntad para esperar 15 minutos aguantan mucho menos y tienen un gasto de energía muy superior. Centrar la atención en el estímulo no ayuda a superar la prueba. Sin embargo, aquellos que utilizan estrategias para la espera, como distraerse o jugar con la percepción del estímulo, pensar en otras cosas a las que se parece, jugar con la representación mental del estímulo, etcétera, realizan la prueba con mayor éxito y menor desgaste.
Otro de los hallazgos es que incluso los niños más impulsivos pueden terminar la prueba con éxito si se les inducen pensamientos que les permita pensar en el estímulo de otra forma.
Eduard Punset entrevista en su programa Redes al propio Walter Mischel, y terminan concluyendo directamente que “realmente con el aprendizaje social y emocional, por llamarlo de alguna manera, se puede cambiar el comportamiento de la gente”. El vídeo está disponible en
También puedes encontrar la transcripción de la entrevista en http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2009/06/entrev035.pdf
Para ampliar:
- “The origins of willpower”, artículo en el New Scientist.
- “Self-control is the key to success”, editorial del San Francisco Chronicle.
- “Marshmallow temptations, brain scans could yield vital lessons in self-control”, artículo en The Boston Globe.
- “Free Won’t: The Marshmallow Test Revisited”, post de Daniel Goleman en su blog.
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